Una historia que lleva dos décadas junto a la comunidad viviente asociada a las dantas o tapires en especial de la Sierra Nevada de Santa Marta encierran un capítulo que termina con la pandemia y uno nuevo que inicia aún en ella. Cuando llegamos atraídos por las informaciones de la presencia de estos grandes mamíferos aún en la Sierra Nevada, en efecto para esa época se tenía la energía generada por la juventud y una culpabilidad solidaria con el mundo civilizado que sigue acabando con la selva. Llegar con la idea de ayudar a algo que si vemos bien se ha cuidado solo, tomó tiempo entenderlo, me refiero que si aún existen dantas es porque ellas han podido esquivar las balas de las escopetas y tramperos ocupando lo que queda de selva primaria protegida por la difícil topografía a fuera de los Parque Naturales Nacionales y porque comparte territorio con gente autóctona que desde la llegada del pensamiento occidental hasta el presente han resistido y no han permitido la transformación definitiva del paisaje prístino.
Entonces lo que hemos hecho todos estos años, al final del día, es aprender de las dantas y la gente que ha convivido con ellas desde siempre, porque haber instalado radiocollares en dantas para seguirlas por medio satelital y de radio, hacer estudios genéticos y de comportamiento, hacerles fotos con cámaras trampa, etc, solamente ha servido para entender adecuadamente lo que ha pasado, esta pasando y con esto una idea de lo que puede pasar para las dantas que simbolizan a toda la comunidad viviente con la que comparten territorio. Entonces esta región con las últimas dantas demuestran con su localización que las dantas pueden vivir en territorios con la dominancia de comunidades humanas autóctonas con diferente grado de aculturación y donde hoy no hay dantas porque no pueden vivir allí son regiones con gente de pensamiento occidental dominante en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Con el tiempo el entendimiento del entorno se apoderó de la atención de manera permanente. Para el caso de la danta, al llegar a aplicar los conocimientos aprendidos en la Universidad y en reuniones con especialistas para favorecer a la naturaleza, no teníamos duda que era lo que se tenía que hacer y así lo hicimos, sin embargo, nuestra llegada a la selva para hacer estudios biológicos no modificó de ninguna manera la dinámica de manejo del territorio, solamente nos sumamos a una presencia mas en el terreno en medio de comunidades campesinas y autóctonas atrapadas en un país en conflicto armado entre su gente y con la naturaleza. En este panorama, el encuentro inicial fue con campesinos y rápidamente seguido con los Arhuacos de Sabanaculebra o Gúmaque, durante cinco años hicimos estudios biológicos y por un encuentro en la selva con dos jóvenes kogi se pudo establecer una amistad que nos ha permitido construir confianza en década y media de aprendizaje junto a los kággaba o kogi.
Lo primero y más notorio es que estar en esta parte de la Sierra entre los ríos Palomino y Rioancho, desde el mar hasta los 3000 msnm no tiene ningún parecido a nada, es estar en un lugar que se diferencia del resto por reunir los dos pensamientos, el nativo originario, autóctono, prehispánico resistente que se rige por la ley del origen, junto con occidentales que se rigen por la ley de la naturaleza darwiniana. Siendo así, este permanente contacto entre dos mundos, uno antiguo que ubica el pasado y el presente adelante de nuestros ojos sin dejar de verlos y entienden el futuro atrás porque no lo podemos ver, junto a otro que entiende el pasado poniéndolo atrás como primer acto para dejar de verlo empezando a olvidar y solamente querer ver hacia adelante un futuro que aún no existe. Esta convivencia de dos verdades universales mejora el pensamiento al pasar de entender un solo mundo a dos mundos en un solo planeta, como un hogar de dos hermanos uno mayor y otro menor, que no son dueños de nada pero si de sus errores, porque cuando llegaron todo estaba listo, como es normal son diferentes habitando la misma casa.
Entender que es vivir sin la electricidad y la oportunidad de sentir flujos mentales e intelectuales diferentes son la principal utilidad de 20 años de estar en la misma motivación por el Universo exclusivo de la Sierra Nevada del Caribe como nos gusta llamar a la Sierra Nevada de Santa Marta. Llegar por el camino de la danta a las culturas tiene una fuerza diferente frente a las comunidades en el sentido de ser un punto en común entre los hermanitos mayores y nosotros los hermanitos menores por fuera del protagonismo frente al animal que para este caso es la danta, tapir o bitcha. Este mosaico bio cultural, biogeográfico es frontera entre la sociedad civil y otra sociedad antigua que se resiste a ser civil, un borde entre dos mundos del mismo Homo sapiens, una región muy exclusiva, una oportunidad de reflexión sobre los dogmas occidentales para ampliar el panorama de los caminos posibles. Siendo así, lo primero es que nos hizo entender plenamente el concepto de conservación y el efecto de monopolizar la postura de la sociedad frente a la naturaleza. Conservar es digamos el componente de la conciencia natural del emprendimiento o pensamiento empresarial que domina en la sociedad occidental del negocio, es materialización cartesiana Hombre y Naturaleza frente Hombre es Naturaleza de los primeros nativos en la Sierra que comprende otra postura distinta, en donde entienden que más que el tener dinero para la conservación de la naturaleza lo mejor es no hacerle daño o si prefiere hacerlo en el menor grado posible, siendo este aspecto el punto central del problema que hoy enfrenta la naturaleza, saber el límite del sapiens occidental que se siente dueño de todo. Seguido a este entendimiento la biodiversidad se transforma para nosotros en Comunidad Viviente y este concepto hace ver el tercer escenario del territorio aceptado solamente como Urbano y Rural para darle paso al Selvaje, territorio prístino o prístino intervenido que hoy se prioriza para defenderlo, cuidarlo y entenderlo desde el conocimiento científico occidental y autóctono, al tener Colombia aún esta oportunidad, aclarando el poderoso rol de los Parques Naturales Nacionales y las Reservas Naturales privadas.
Más que un nombre a la categoría territorial de Selvaje es aceptar que la selva no es ni podrá ser nunca un escenario rural, ni mucho menos uno urbano, ella misma es una categoría con códigos sociobiológicos propios con comunidades respetables que viven diferente el significado de riqueza y pobreza comparado con las sociedades en lo urbano y rural. El alumbramiento de un mundo nuevo con la Pandemia hace que la Fundación Nativa en la misma motivación que desde el inicio, consolide las siguientes líneas de acción para los siguientes años:
La Escuela de la Selva, Lugar con dantas en la Sierra Nevada de Santa Marta para desarrollar un programa de formación en el ejercicio de las ciencias veterinarias de selva, extendiendo la competencia profesional al entendimiento progresivo del reino animal en la selva, como la base de una línea de conocimiento de importancia para salud pública. Igualmente un programa para el encuentro de dos pensamientos vigentes, por medio de diferentes ventanas de comunicación que componen la oferta de un producto educativo para la formación ambiental en colegios principalmente.
El lanzamiento del almanaque gregoriano que se ajusta al entendimiento prehispánico donde el fin del año es el 21 de Junio, la fiesta del sol, solsticio de verano, para Los kággaba o kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el propósito de abrir un espacio en el cotidiano de la gente civilizada para resaltar una lectura del tiempo prehispánica aún vigente y la importancia de esta cultura para el territorio Nacional. Hacer de este calendario una plataforma para compartir contenido inédito de la Sierra Nevada de Santa Marta en su exclusiva diversidad del viviente y el intelecto creado por la comunidad que se sigue rigiendo por sus propios dogmas.
La preparación de un producto educativo desde una aplicación que permita abordar el medio ambiente desde los antecedentes históricos y filosóficos de los dos pensamientos encontrados continentalmente en Santa Marta, en el inicio de la historia de Colombia, junto a la existencia de una lógica “primitiva’ que por su contundencia a sabido sobrevivir a todas las campañas de exterminio físico y cultural, siendo ahora un ejemplo inspirador en las nuevas posturas necesarias para la vida en el mundo nuevo.
Hoy en el aniversario 20 en medio del mencionado contexto nos entusiasma el camino que en cualquier caso pasa por la transición de pensamiento, del caduco responsable de la pandemia, a uno que aprende de sus errores y que necesariamente debe tener en cuenta la lógica de los pueblos autóctonos vigentes como inspiración y ejemplo para la cuidadosa construcción del presente. Finalmente para la danta de la Sierra de Santa Marta, a nuestro mirada, debemos seguir orientando nuestra energía en las siguientes prioridades:
Evitar la cacería de dantas al máximo posible.
Liberar el territorio actual de la danta de la actividad ganadera.
Re-introducir la danta Tapirus terrestris colombianus Hershkovitz 1954, al Parque Natural Nacional Tairona.
Seguiremos invirtiendo el tiempo en interesarnos en el bienestar de la Comunidad Viviente de la Sierra Nevada de Santa Marta y realizando lo que a nuestro alcance podamos hacer en su favor, para permitirnos seguir estando presentes en la selva con su gente en el propósito de aprender para poder contribuir a la educación de la sociedad que como estrategia ambiental enfrenta a la codicia.
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