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La danta N° 4 de la Sierra Nevada


La Guajira, diciembre 21 de 2014. Exactamente a los 8 años de haberse hecho la primera fotografía de la danta de la Sierra Nevada de Santa Marta se realizó la incursión sobre el terreno de este perisodáctilo para la cuarta captura, en el marco del programa de monitoreo del Tapirus terrestris colombianus Hershkovitz 1954, sobre la cuenca media del río Naranjal en el Corregimiento de Palomino, Municipio de Dibulla – La Guajira.

La metodología utilizada para esta captura es la ya estandarizada por medio del trabajo profesional del cazador Pedro Ducath y sus 4 perros especializados en esta especie. El equipo de apoyo está compuesto por un grupo de 2 indígenas kogi, Narciso y Javier, acompañados por Mari Mar “La Negrita” y Devanis Fernández junto al veterinario franz kaston florez.

Como invitados y orientadores del conocimiento ancestral, el máma de Tungueka José Manuel Vacuna y su familia (esposa Patricia e hijo Juan), máma Miguel de Santa Rosa y el máma José Miguel Nuevita con su familia (esposa Teresa y uno de los hijos menores, Camilo).

Siguiendo con el protocolo establecido, cada acción que se realice en el terreno debe iniciar con el “pagamento” correspondiente a cargo de los mámas kogi. Esto significa que por medio de ellos podemos pagar al “dueño de la naturaleza” lo que se quiere hacer siguiendo la tradición indígena. Para esto aceptamos que no somos los dueños o tenemos potestad en las dantas. Siendo así, en pequeñas bolitas de algodón de la Sierra sostenidas entre dos dedos de cada mano impregnamos el pensamiento de pagar, no pensando en dinero, pensando en cantidad y variedad de comida a dar. Una vez hecho esto se les pasa las bolitas de algodón al máma y con esto se paga…

Seguido, el máma amarra en las dos muñecas de cada integrante de esta expedición un hilo blanco de algodón que representa la aseguranza y el símbolo del permiso concebido.

Con el amanecer todos se levantan. Unos a prender el fogón para poner hacer el café, el cazador a saludar a sus perros, la negrita a preparar el desayuno, los kogi ya tienen mas de una hora de estar dialogando es su lengua.

Son las 6:45h, todos preparados iniciamos el camino en la dirección donde Los kogi saben que están las dantas del lugar.

Adelante, Narciso lleva una perra seguido de Javier con otra, los dos kogi encabezan la fila “india”, atrás Pedro con los dos restantes perros de la jauría, Devanis con su Tablet para hacer el registro, la Negrita, el veterinario y de últimos la comitiva kogi, todos se adentran en la selva de la danta.

Va un poco menos de una hora, cuando Narciso ve el rastro –huella- de una danta sobre el camino, se detiene y espera a todo el grupo. Pedro llega y corrobora que se trata de una huella “viva”, esto quiere decir que está fresca, que la lluvia no la ha cubierto o sea que es de anoche.

El cazador entra y domina la escena en adelante. Reúne a todos los perros (cuatro), entrega a Narciso tres y la perra roja es llevada por Pedro siguiendo el rastro de la danta, los demás vemos en silencio esperando en el camino. Los dos inician hacer los que saben hacer, entrar en una fijación sobre las huellas y el olor que produce que solo la perra siente pero que Pedro entiende.

Pasan mas o menos 10 minutos, los dos se dicen con sonidos, Pedro está seguro que la perra roja ya sabe lo que tiene que hacer y la libera. Él regresa a donde todos esperamos entendiendo en silencio lo que vemos, llega y toma los tres perros restantes y ordena : El tirador y la gente que lo acompaña deben bajar y esperar en el filo (cresta de la montaña) escuchando y siguiendo el sonido de los perros, para ir en la dirección de la quebrada que la danta elija para “plantarse”, entrar en ella y defenderse de los perros. Narciso, Javier y yo, vamos a seguir a la perra que ya “levantó” o detectó a la danta. Nosotros partimos en dirección abajo, al tiempo que Pedro en dirección contraria libera a los tres perros ansiosos de cacería y los sigue con los dos kogi emitiendo sonidos que la perra roja adelante responde.

Todos entramos en un fervor un poco nervioso sabiendo que ya estamos en la cacería. Corremos como lo acordado, ya en el filo, los ladridos de los perros y la voz de Pedro en comunicación con ellos nos orienta en que quebrada están y seguimos adelante. De repente los ladridos nos hace entender que los perros vienen en dirección a nosotros, en efecto, no pasa mucho tiempo cuando delante de los ojos nuestros vemos a la danta en un galope rápido con la boca abierta que pasa seguida de los perros.

En este momento ya es seguro saber sobre que quebrada se “plantará” la danta. Mientras Juan el kogi sigue la persecución, la Negrita me apoya para sacar del morral todo el material, pistola neumática, dardos y poder acudir con lo necesario al encuentro con este animal para dormirlo.

Avanzo lo mas rápido que puedo por la quebrada abajo, pero faltan los cañones de la pistola, miro atrás y veo a Camilo, el niño kogi que los porta como una lanza corriendo sobre “el agua” con la expresión y agilidad del cazador.

Sigo la curva de la quebrada y al final me encuentro a la danta o tapir en un pequeño pozo de agua suficientemente profundo para que nade y solo deje ver su cabeza y una parte del cuello. En las orillas, los perros le ladran haciéndola nadar en giros.

Me dispongo a ensamblar la pistola y poner la cápsula de CO2 que impulsará el dardo de 10 ml de Azaperona. Armado con la pistola cargada, me acerco a la orilla y le apunto a la tabla del cuello del animal. Ella no para de nadar, por lo que me hace esperar para evitar el error. Cuando siento la oportunidad, disparo, pero el dardo rebota en su cuello en diagonal. La danta sigue nadando y encuentra como descansar adentro del agua en la orilla de este pozo donde no hay perros ladrándole.

Cargo nuevamente la pistola con un nuevo dardo de 7ml de Azaperona y disparo haciendo blanco en la parte derecha del cuello, el dardo clava pero el medicamento no descarga en el animal. Sólo queda un dardo de 7ml de Azaperona, lo monto en el cañón, apunto y disparo haciendo blanco en el glúteo derecho, esta vez el dardo funciona muy bien y descarga su contenido.

Es el momento de hacer retirar a los perros, Pedro lo hace y la danta sigue adentro del agua muy despierta. Entonces no estoy seguro que el medicamento sea suficiente para dormirla en relación al tamaño del animal, es cuando solicito los lasos para amarrarla del cuello y por lo menos asegurarla por un poco mas de tiempo. Devanis lo intenta pero erra. Es el máma Miguel de Santa Rosa que toma la iniciativa, con el laso se acerca y en el primer lance la enlaza, el extremo de la cuerda la sujeta a un árbol y se asegura. Viendo esto decido cargar un nuevo dardo de 5ml, pero esta vez con Medetimidine, un potente sedante que el colega veterinario Jorge Torres me había traído desde Paris. Siendo así, disparo el cuarto dardo, da en el glúteo derecho y el sedante se descarga adentro del animal. No pasa mucho tiempo, para ver el animal con señales de agotamiento.

Como puedo, entro al agua para empujarla a la orilla, lográndolo parcialmente. Aparentemente la danta entra en plano de sedación, tiene reflejo parpebral, es cuando le cubro los ojos con un trapo, seguido con un nueva cuerda la aseguramos a otro árbol.

El animal está sedado. La primera acción es instalarle el collar de 500 gr de peso con el transistor de radio VHF, luego poner en la oreja derecha la marca N°4, tomar muestras de pelos, sangre, medidas corporales : Largo del cuerpo 1.9m, alto a la cruz 90cm, grosor del cuello 75cm, es una hembra.

Le tomamos la temperatura corporal, frecuencia respiratoria y cardiaca. Al estar aún su cuerpo en contacto con el agua la temperatura corporal desciende, siendo necesario empujarla hasta dejarla totalmente afuera del agua. Han pasado mas o menos 50 minutos, hemos curado las heridas de los dardos y las huellas poco profundas de los colmillos de los perros con solución de yodo. Ahora inicia el monitoreo de la reincorporación del animal mientras tanto todo el equipo aprovecha para hacer las fotografías del momento.

La danta inicia a mover las orejas y la seguimos sosteniendo para mantenerla seca en posición de cúbito supino. Pasan 15 minutos de repente el animal hace un salto directo al agua, todos nos retiramos, ella lentamente como puede sale del agua y se reincorpora caminando hacia arriba de la montaña, damos por terminada la misión.

De regreso es inevitable la reflexión, atrapar a una danta viva es muy fuerte y arriesgado para todos. Lo hemos hecho con el propósito de mejorar el conocimiento en relación a su área de vida ya que sabemos que hay dantas en la Sierra Nevada pero en el Departamento de La Guajira y es probable que el Departamento del Magdalena haga parte también de la distribución actual de la especie. Con este collar y las cámaras trampa intentaremos conocer los límites de la presencia de las dantas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Ver video.

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